viernes, 5 de octubre de 2007

La astronomía en Grecia I

Los antiguos griegos realizaron los primeros grandes avances en astronomía. Una serie de brillantes pensados observaron los cielos y recurrieron a principios geométricos, más que a creencias sobrenaturales, para explicar lo que veían. Con esto, rompieron la frontera entre astronomía y astrología.

Los primeros griegos, como la mayoría de los antiguos pueblos agrícolas, observaban el cielo y usaban sus movimientos para marcar el ritmo anual de sus actividades de cultivo. Como otras civilizaciones, crearon y nombraron constelaciones. Las primeras fueron quizá creadas entre los años 3000 a.C. y 2000 a.C. De esta forma llenaron el cielo con un libro de relatos mitológicos que servía a todo el mundo para recordar dioses y héroes.

En esta época gran parte de esta sabiduría provenía de Mesopotamia, que la transmitió casi intacta a los griegos. Al igual que sus antecesores de Mesopotamia, el conocimiento astronómico de los griegos debía estar cargado de símbolos religiosos y vaticinios astrológicos.

En un principio, la astronomía griega se dedicó a cuestiones exclusivamente prácticas. Los poetas Hesiodo y Homero escribieron sobre astronomía en el siglo VIII a.C. Los héroes homéricos Aquiles y Odiseo se servían de las Pléyades, Orión, Tauro, el Boyero, la Osa Mayor y Sirio para navegar y medir el tiempo. Y el poema de Hesiodo Los trabajos y los días describe un calendario agrícola controlado por la salida y puesta de varias constelaciones y estrellas.

A partir del siglo VI a.C., los pensadores griegos rompen tanto con las cuestiones astronómicas prácticas como con la mitología del pasado. Fueron más allá de la explicación metafísica de los movimientos celestes y propusieron argumentos basados en la geometría y las matemáticas. Las bases de la astronomía moderna quedaron establecidas en los 800 años que transcurrieron hasta la muerte de Ptolomeo en el año 150 de nuestra era. Los impulsores de esta revolución fueron griegos que vivieron en Jonia y el sur de Italia, cuyas ideas se enriquecieron por el contacto la astronomía y las matermáticas de Mesopotamia y Egipto gracias al comercio.

Tales, en el siglo VI a.C. viajó a Egipto para estudiar matemáticas. Predijo un eclipse de Sol en el año 585 a.C. y afirmó que la Tierra era esférica.

Pitágoras, otro jónico del siglo VI a.C., fue geómetra y místico. Propuso que el universo está compuesto de esferas cristalinas concéntricas que rodean la Tierra, anidadas como juegos de muñecas rusas. El Sol, la Luna, los planetas y las estrellas se movían cada uno en su propia esfera. Pitágoras creía además que está estructura producía una obsesiva música de las esferas a medida que unas giraban sobre otras. Eudoxo, en el siglo IV a.C., adoptó las esferas de Pitágoras e incorporó algunas más para describir ciertas irregularidades en los movimientos lunares y planetarios que eran obvias incluso con las toscas medidas de la época.
Aristóteles, en el siglo IV a.C. escribió sobre muchos asuntos y ejerció una influencia enorme. Mostró la esfericidad de la Tierra, pero seguía convencido de que ocupaba el centro del universo porque no veía que las estrellas cambiaran de posición aparente a largo del año, como sería de esperar si la Tierra girara alrededor del Sol. Hoy sabemos que las estrellas sí muestran este cambio, pero es tan minúsculo que no podía detectarse con los instrumentos de aquel tiempo. Escribió tratados sobre temas tan diversos como física, botánica, política, ética y arte, además de astronomía. Sus ideas geocéntricas sobre la naturaleza del universo fueron las dominantes durante dos mil años.

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