jueves, 27 de agosto de 2015

M5 = NGC 5904

Cúmulo globular.
Constelación: Serpens.
Magnitud aparente: +5,6.
Tamaño aparente: 23,0 min de arco.
Distancia: 24.500 años luz.
Mejores meses para su observación: de abril a agosto.


El primero en ver M5 fue Gottfried Kirch y su esposa Maria Margarethe mientras observaban un cometa el 5 de mayo de 1702, describiéndolo como una “estrella nebulosa”.

El 23 de mayo de 1764 Charles Messier encontró este cúmulo y lo describió como una nebulosa redonda “sin estrellas”. William Herschel fue el primero en resolver este cúmulo, ya que con su reflector de 120 cm contó hasta 200 estrellas en 1791, “aunque la mitad del cúmulo está tan comprimido que es imposible distinguir más”.

M5 puede localizarse fácilmente buscando la estrella 5 Serpentis, ya que este precioso cúmulo globular está a 20’ al NO de esa estrella. Los mejores meses para su observación en el hemisferio norte son de abril a agosto.

Puede vislumbrarse a simple vista con muy buenas condiciones de visibilidad. Con unos buenos binoculares puede verse fácilmente como una pequeña mancha neblinosa. Utilizando un telescopio de 7,5 cm se define como una nube redondeada con un centro brillante y a partir de telescopios de 10 cm se pueden distinguir sus estrellas más brillantes de magnitud 12,2.

Su edad estimada es de unos 13.000 millones de años, por lo que se cree que es uno de los cúmulos globulares más viejos conocidos. Su dimensión es de 130 años luz.

jueves, 20 de agosto de 2015

M4 = NGC 6121

Cúmulo globular.
Constelación: Scorpius.
Magnitud aparente: +5,6.
Tamaño aparente: 36,0 min de arco.
Distancia: 7.200 años luz.
Mejores meses para su observación: de junio a agosto.

En la constelación de Scorpius, este cúmulo globular es fácil de encontrar con binoculares aunque se distingue de forma difusa, ya que es un globular poco compacto y abierto. Parece del mismo tamaño que la Luna en el cielo. Es uno de los cúmulos globulares más fáciles de encontrar, estando localizado sólo a 1,3 grados al oeste de la brillante estrella Antares, por lo cual, ambos objetos son visibles en el mismo campo del ocular. Puede llegar a detectarse a simple vista bajo cielos muy oscuros, pero es bien visible con binoculares y telescopios pequeños. Para resolver las estrellas más brillantes son necesarios telescopios de 120 cm en adelante. Posee una estructura central barrada de magnitud 11, descubierta por William Herschel en 1783. Debe ser uno de los cúmulos globulares más cercanos a nuestro Sistema Solar. Se aleja de nosotros a 70,4 km/seg, lo que equivale a 253.440 km/h. Se cree que M4 puede tener unos 13.000 millones de años.

M4 fue descubierto en 1746 por Philippe Loys De Chéseaux. Charles Messier lo catalogó el día 8 de mayo de 1764 y lo calificó como un "cúmulo de muy pequeñas estrellas". Fue el primer cúmulo globular en el que se resolvieron estrellas individuales.


El primer púlsar de milisegundo fue descubierto en 1987 en M4. Es una estrella de neutrones que gira una vez cada 3 milisegundos, lo que equivale a decir que gira más de 300 veces por segundo. 
En agosto del año 1995, el Telescopio Espacial Hubble envió fotografías de enanas blancas que están entre las más viejas de la Vía Láctea en el cúmulo M4. En el mes de julio de 2003 se identificó un planeta orbitando una de esas enanas blancas, formando un sistema triple con un púlsar. El planeta tiene una masa dos veces y media la de Júpiter.

En este cúmulo se han observado al menos 74 estrellas variables, la mayoría del tipo RR Lyrae.

jueves, 28 de febrero de 2013

Historia de las constelaciones

Las constelaciones son grupos de estrellas cercanas que forman figuras sobre la bóveda celeste. Realmente, las estrellas de una constelación no están físicamente asociadas, pueden encontrarse a cientos de años luz de distancia unas de otras. Es simplemente un asunto de perspectiva. Las distintas culturas han agrupado diferentes constelaciones utilizando incluso las mismas estrellas. De esta forma, han reaparecido constelaciones nuevas a lo largo de los siglos, otras han sido agrupadas y otras han desaparecido.

Las constelaciones están separadas en dos grupos, las boreales o constelaciones que se encuentran al norte del ecuador celeste y las australes, que son aquellas que están ubicadas al sur del ecuador celeste.

Cada constelación ocupa una zona del cielo con límites precisos y rectilíneos y un grupo de estrellas en su interior. El astrónomo prusiano F. W. Argelander estableció los límites de las constelaciones del hemisferio norte a mediados del siglo XIX en Alemania. Para las constelaciones del hemisferio sur se encargó B. Apthorp Gould en Argentina.

La Unión Astronómica Internacional (UAI) se reunió en 1928 en Leyden (Holanda) para agrupar las constelaciones de forma que todas las regiones del cielo se encontrasen dentro de una constelación. Se concretaron 88 constelaciones reconocidas oficialmente en un documento llamado “Delimitation scientifique des constellations” publicado en 1930 en París. Estos límites utilizan como guía las líneas de declinación y de ascensión recta de la época, razón por la que no hay líneas diagonales. Aunque debido a la precesión dichos límites se han desplazado, se ha mantenido la zona que ocupa cada constelación.

De éstas, nos llegaron 48 desde la antigüedad, creadas por pueblos que vivían en las regiones del Mediterráneo y el Medio Oriente, la mayoría astrónomos griegos. En la Odisea de Homero (s. IX a.C.) ya se menciona la constelación de Orión.

Hay doce constelaciones que se encuentran en una estrecha franja del cielo por donde pasan también el Sol, la Luna y los planetas llamada eclíptica. Son las llamadas constelaciones del Zodíaco, que significa “círculo de animales”. Los babilonios nombraron las doce constelaciones del Zodíaco en el s. V a.C.

Las otras 40 constelaciones fueron introducidas posteriormente cuando los europeos viajaron a explorar el hemisferio sur y se encontraron con un cielo completamente desconocido. Así se nombraron nuevas constelaciones, aunque los pueblos que vivían en éstas zonas ya tenían sus propias constelaciones con sus propios nombres.



No es posible saber de forma precisa el origen de las constelaciones antiguas, aunque parece que algunas existían desde hace mucho, quizá 4000 años antes de Cristo. Hay evidencias arqueológicas de que en la prehistoria, 30000 años a. C. o quizá antes, se agruparon las primeras estrellas formando las primeras constelaciones. Aunque es probable que no recibieran esos nombres, las constelaciones más antiguas podrían ser el león, el toro y el escorpión (Leo, Taurus y Scorpius). Esos pueblos antiguos se valían de las estrellas para medir el tiempo y las estaciones, de modo que las usaban con fines religiosos y agrícolas. También los navegantes y viajeros se orientaban en sus travesías nocturnas, ya fuese por mar o por tierra. Con estas figuras les era más sencillo recordar las rutas que debían seguir.

Fue Claudio Ptolomeo en el s. II a.C. el primer compilador de constelaciones. Presentó un catálogo de 1022 estrellas agrupadas en 48 constelaciones en su obra “El gran Tratado” o Almagesto, como la llamaron los árabes, escrita en griego, que fue la base de muchos de los catálogos posteriores hasta fines de la Edad Media. Como curiosidad, mencionar también que el Almagesto sólo incluía las estrellas que podían verse desde Alejandría, ciudad donde Ptolomeo confeccionó su obra y desde donde realizó sus observaciones. Posteriormente, los astrónomos árabes heredaron la obra de Ptolomeo a la que añadieron algunas constelaciones y expandieron otras, visibles desde los territorios donde ellos vivían.