Así pues, una observación más minuciosa revelaría que la superficie de la Tierra no es plana sino esférica. El hecho de que parezca plana se debe únicamente a que la esfera es tan grande que la curvatura de la pequeña porción visible a simple vista es demasiado suave para detectarla.
Según los conocimientos actuales, la primera persona que sugirió que la Tierra era un esfera fue el filósofo griego Filolao de Tarento (480 - ? a.C.), quien formuló esa idea hacia el año 450 a.C.
Este concepto acabó de una vez para siempre con todos los problemas relativos al "fin" de este planeta, y ello sin introducir el concepto de infinito. La esfera tiene una superficie de tamaño finito, pero esta superficie no posee un fin; es finita pero ilimitada.
Aproximadamente un siglo después de Filolao, el filósofo griego Aristóteles de Esgira (384 - 322 a.C.) hizo un compendio de las consecuencias que se derivaban de la esfericidad de la Tierra.
El concepto "abajo" debía considerarse no como una dirección fija y precisa, sino como una dirección relativa. Pues si se tratase de una dirección fija, como a veces pensamos que es cuando señalamos hacia nuestros pies, entonces cabría esperar que la esfera entera de la Tierra se desplomase hacia abajo indefinidamente, o bien hasta llegar a descansar sobre algo que fuera sólido y tuviera una extensión infinita en dirección hacia abajo.
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