domingo, 14 de octubre de 2007

La Tierra esférica II

Los astrónomos griegos también pensaron que la mejor forma de explicar los eclipses de Luna era suponer que ésta y el Sol ocupaban lados opuestos de la Tierra y que era la sombra de este planeta la que, proyectada por el Sol, caía sobre la Luna y la eclipsaba. La proyección de esta sombra siempre era circular, independientemente de las posiciones que la Luna y el Sol ocupasen respecto a la Tierra. El único cuerpo sólido que proyecta una sombra con sección transversal circular en todas direcciones es la esfera.

Así pues, una observación más minuciosa revelaría que la superficie de la Tierra no es plana sino esférica. El hecho de que parezca plana se debe únicamente a que la esfera es tan grande que la curvatura de la pequeña porción visible a simple vista es demasiado suave para detectarla.
Según los conocimientos actuales, la primera persona que sugirió que la Tierra era un esfera fue el filósofo griego Filolao de Tarento (480 - ? a.C.), quien formuló esa idea hacia el año 450 a.C.

Este concepto acabó de una vez para siempre con todos los problemas relativos al "fin" de este planeta, y ello sin introducir el concepto de infinito. La esfera tiene una superficie de tamaño finito, pero esta superficie no posee un fin; es finita pero ilimitada.
Aproximadamente un siglo después de Filolao, el filósofo griego Aristóteles de Esgira (384 - 322 a.C.) hizo un compendio de las consecuencias que se derivaban de la esfericidad de la Tierra.
El concepto "abajo" debía considerarse no como una dirección fija y precisa, sino como una dirección relativa. Pues si se tratase de una dirección fija, como a veces pensamos que es cuando señalamos hacia nuestros pies, entonces cabría esperar que la esfera entera de la Tierra se desplomase hacia abajo indefinidamente, o bien hasta llegar a descansar sobre algo que fuera sólido y tuviera una extensión infinita en dirección hacia abajo.

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