Halley calculó la órbita y predijo que el cometa volvería a ser visible en 1758. Así fue (dieciséis años después de la muerte de este astrónomo), y desde entonces este cometa se llama "cometa Halley". Repasando los archivos históricos se comprueba que hasta la fecha se han registrado 28 apariciones de este cometa, datando la primera de 240 a. C.
En el instante de su máxima aproximación al Sol, el cometa Halley se encuentra a sólo noventa millones de kilómetros aproximadamente de este astro, de suerte que llega a irrumpir en la órbita de Venus; pero en el momento de su máximo alejamiento del Sol, el cometa se halla a unas tres veces y media la de Saturno. En este punto, en el afelio, se encuentra a 5.300 millones de kilómetros del Sol, es decir, bastante más allá de la órbita de Neptuno. Así pues, hacia el año 1760 los astrónomos se había percatado ya de que el sistema solar era mucho más grande de lo que los griegos habían imaginado, sin necesidad de que el descubrimiento de nuevos planetas corroborase este hecho.
Dentro de su especie, el cometa Halley es uno de los más próximos al Sol. Existen algunos cometas cuyas órbitas en torno a este astro son tan alargadas que aquéllos sólo aparecen en el cielo a intervalos de muchos siglos e incluso milenios. Estos cometas llegan a alejarse del Sol no ya miles de millones de kilómetros, sino, con toda probabilidad, cientos de miles de millones. Según una teoría formulada en 1950 por el astrónomo holandés, Jan Hendrik Oort (1900 - 1992) es posible que exista una gran nube de cometas cuyas órbitas se hallen a distancias inmensas del Sol y, por tanto, jamás se hagan visibles.
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