Messier pretendía evitar el riesgo de confundir estos objetos con cometas, el verdadero objetivo de sus búsquedas. Hoy en día recordamos a Messier, más que por los cometas que descubrió, por aquel catálogo de objetos difusos que para él no eran sino estorbos.
A finales del siglo XIX, con el perfeccionamiento de los telescopios, la astronomía había suerado ya de sobra la lista rudimentaria de Messier y se conocían miles de objetos difusos. El astrónomo británico J. L. E. Dreyer compiló en 1888 la diversidad de listas existentes en un catálogo unificado, el New General Catalogue, o NGC. Junto con dos apéndices complementarios (los Index Catalogues, IC), el catálogo de Dreyer contiene más de 13.000 cúmulos, nebulosas y galaxias, muchos de ellos aptos para pequeños telescopios. Por ejemplo, M31 es también conocida como NGC 224.
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