o astrónomo aficionado llamado William Huggins se enteró del hallazgo de Kirchhoff y Bunsen de que las líneas de Fraunhofer eran generadas por elementos químicos conocidos del Sol, y comprendió de inmediato que sus métodos podían ser aplicados a las estrellas y las nebulosas. "Esta noticia es para mí como el descubrimiento de un manantial en una tierra seca y agostada", escribió. Huggins adoptó un espectroscopio al telescopio Clark de su observatorio privado, en Upper Tulse Hill, Londres. Estudiando cuidadosamente cada espectro hasta que pudo dar sentido a sus numerosas líneas superpuestas, logró identificar hierro, sodio, calcio, magnesio y bismuto en los espectros de las estrellas brillantes Aldebarán y Betelgueuse. Fue la primera prueba concluyente de que otras estrellas están compuestas de las mismas sustancias que encontramos en el sistema solar.Todas las noches las estrellas y los planetas pasan sobre nuestras cabezas, pero cada uno les atribuye distinta importancia. Este blog está dirigido a aquellos que se interesan por el universo, especialmente si son principantes. Con un lenguaje sencillo intentaré abarcar todos los temas, destacar objetos interesantes, dónde encontrarlos, cómo observarlos... Cada noche despejada pone un universo infinito a nuestro alcance. La aventura de conocerlo mejor puede comenzar hoy mismo.
domingo, 30 de diciembre de 2007
El espectroscopio III
o astrónomo aficionado llamado William Huggins se enteró del hallazgo de Kirchhoff y Bunsen de que las líneas de Fraunhofer eran generadas por elementos químicos conocidos del Sol, y comprendió de inmediato que sus métodos podían ser aplicados a las estrellas y las nebulosas. "Esta noticia es para mí como el descubrimiento de un manantial en una tierra seca y agostada", escribió. Huggins adoptó un espectroscopio al telescopio Clark de su observatorio privado, en Upper Tulse Hill, Londres. Estudiando cuidadosamente cada espectro hasta que pudo dar sentido a sus numerosas líneas superpuestas, logró identificar hierro, sodio, calcio, magnesio y bismuto en los espectros de las estrellas brillantes Aldebarán y Betelgueuse. Fue la primera prueba concluyente de que otras estrellas están compuestas de las mismas sustancias que encontramos en el sistema solar.sábado, 29 de diciembre de 2007
El espectroscopio II
Fraunhofer nació en el seno del sector más pobre de esta floreciente profesión. Fue el undécimo hijo de un ndigente maestro vidriero, quedó huérfano a los once años e hizo su aprendizaje con un tal Philipp Weichselberger, un vidriero de pocas luces de Munich, quien le hacía trabajar en exceso, le pagaba miserablemente, le subalimentaba y no le educaba. El 21 de julio de 1801, el deteriorado edificio que contenía la casa y el taller de Weichselberger se desplomó, y Fraunhofer, el único superviviente, finalmente fue sacado de sus restos. Su rescate fue una noticia que tuvo difusión, y su situación difícil atrajo la atención de Maximiliano José, elector de Baviera, quien visitó al muchacho herido en el hospital y quedó impresionado por su inteligencia y su carácter alegre. El elector le regaló a Fraunhofer dieciocho ducados, suma suficiente para comprar una máquina que trabajase el vidirio y libros, así como para eludir lo que faltaba de su aprendizaje. Una vez libre, Fraunhofer nunca dejó de prosperar. Tenía un instinto para lo esencial, y sus intensas investigaciones sobre las características básicas de diversos tipos de vidrios pronto le hicieron ganarse la fama de ser el primer fabricante de lentes para telescopios del mundo.El espectroscopio I
Una de ellas, la teoría del "universo-isla" de Kant y Lambert -la expresión es de Kant-, sostenía que nuestro Sol es una de muchas estrellas de una galaxia, la Vía Láctea, y que hay muchas otras galaxias, que vemos a través de grandes extensiones de espacio como nebulosas espirales y elípticas. La otra, la "hipótesis nebular", afirmaba que las nebulosas espirales y las elípticas son torbellinos de gas que se condensan para formar estrellas, que están cerca y son relativamente pequeñas. La hipótesis nebular también se había originado en Kant, pero comúnmente era llamada "laplaciana", en honor al matemático francés Pierre-Simon de Laplace, quien había publicado una explicación detallada de cómo el Sol y los planetas podían haberse condensado a partir de una nebulosa arremolinada. Ambas teorías eran en cierta medida correctas -algunas nebulosas, en efecto, son nubes gaseosas que forman estrellas, pero había una comprensible tendencia a suponer que una sola teoría explicaría todos los tipos de nebulosas, y este supuesto alimentó la confusión.
La óptica a comienzos del siglo XIX era una industria en crecimiento. La pasión de Napoleón Bonaparte por los mapas y los catalejos había obligado a los topógrafos y los generales a encargar telescopios y teodolitos portátiles, y las investigaciones de William Herschel y su hijo John, que habían hecho el mapa estelar de los cielos meridionales desde un observatorio del cabo de Buena Esperanza, habían inspirado el interés por los grandes telescopios entre los entusiastas que deseaban contemplar las maravillas del espacio profundo y los escépticos que querían poner a prueba las afirmaciones de Herschel. Prosperó una nueva clase de artesanos: los ópticos, enconadamente competitivos, encarnizadamente innovadores, tan duros como el bronce y el vidrio que trabajaban y tan excéntricos como los científicos e ingenieros a los que servían. Un personaje típico de esta clase era Jesse Ramsden de Londres, un perfeccionista que trabajaba duranmente en sus proyectos hasta lograr su meta, por mucho tiempo que le llevase; el círculo de 2,43 metros para la medición de la altura que construyó para el observatorio Dunsink de Dublín, que se reconocía como una obra maestra, fue entregado veintitrés años después de expirar el plazo de entrega que fijaba el contrato.martes, 25 de diciembre de 2007
Los prismáticos II
bordes del campo. Estos oculares suelen reducir también el relieve ocular. Si se buscan unos prismáticos con un relieve ocular cómodo, campo amplio e imágenes de calidad, hay que pagar precios más altos.
prismáticos ofrecen imágenes mejores cuanto más estables se sostengan. Así, podrán apreciarse estrellas más débiles y detalles más finos. La manera más simple para asegurarse de ello consiste en sentarse en un sillón y apoyar los codos en los brazos del asiento sosteniendo los binoculares entre las manos. Una alternativa mejor consiste en acoplar los prismáticos a un trípode fotográfico, siempre que el trípode sea lo bastante sólido. Los trípodes ofrecen firmeza, pero dificultan la observación de las áreas más altas del cielo. Para obtener vistas cómodas de las regiones más elevadas, pueden buscarse soportes con brazos voladizos, que sostengan los prismáticos apartados de la vertical del trípode, de manera que el observador pueda colocarse debajo de los binoculares.
Los cúmulos estelares constituyen objetos ideales para observar con prismáticos. Éste es el Joyero, justamente famoso por el atractivo contraste de colores de sus miembros, concentrados en un cúmulo con forma de A. La contemplación de este objeto mejora con prismáticos grandes, de entre 10 y 20 aumentos.domingo, 23 de diciembre de 2007
Los prismáticos I
Muchos aficionados principiantes se sorprenden de la cantidad de objetos que pueden verse con prismáticos. Las observaciones con prismáticos y desde un lugar oscuro ponen a nuestro alcance cúmulos estelares brillantes, bastantes nebulosas, varias galaxias (entre ellas la bella galaxia de Andrómeda) y muchas regiones repletas de estrellas a lo largo de la Vía Láctea.Los prismáticos portan identificaciones numéricas del tipo 7 X 50. El primer número representa los aumentos (en el ejemplo, 7). Hay modelos que ofrecen hasta 16 ó 20 aumentos, pero tanta potencia acarrea inconvenientes, porque el campo de visión se reduce y dificulta localizar objetos, y la vibración de las manos emborrona las imágenes.
Los prismáticos más grandes portan especificaciones 11 X 70, 20 X 80 o incluso 25 X 100. No suponen una buena elección para principiantes debido a su coste, comparable al de un telescopio pequeño, y por la dificultad de su manejo. Pero ofrecen panorámicas del cielo que colman la vista, y los observadores serios deberían considerarlos como una alternativa.Observar las estrellas bajo un cielo oscuro
El resplandor de la iluminación artificial propia de la civilización moderna impone muchas barreras a la contemplación del cielo. La escala del problema resulta evidente en esta imagen obtenida desde un satélite que muestra una vista nocturna de Eurasia y el norte de África. Pocos lugares pueden calificarse de verdaderamente oscuros en las regiones con mayor densidad de población. Las manchas rojas corresponden a las llamas que se producen en los campos petrolíferos, mientras que las violetas indican incendios forestales.
jueves, 20 de diciembre de 2007
William Herschel IV
de estrellas". Hasta observó que la parte central de Andrómeda era de "un tenue color rojo". En efecto, la región central de esta gigantesca galaxia tiene un matiz un poco más cálido que el disco circundante, pues consiste en viejas estrellas rojas y amarillas, mientras que en el disco predominan las jóvenes estrellas azules, pero parece increíble que esta diferencia, que sólo fue verificada en el siglo XX, pueda haber sido detectada por un astrónomo del siglo XVIII. Y aun siendo Herschel quien era, uno a veces se asombra.miércoles, 19 de diciembre de 2007
William Herschel III
planeta Urano. Urano había sido observado docenas de veces antes, por Bradley, Flamsteed y otros, pero siempre se lo había tomado erróneamente por una estrella. Pero la enciclopedia del cielo nocturno que era la cabeza de Herschel comprendió pronto que no se trataba de una estrella. Al principio, tomó el pequeño punto verde por un cometa, erróneamente, pero el astrónomo real Nevil Maskelyne calculó su órbita y estableció que debía ser un planeta, situado mucho más allá de Saturno. De golpe, Herschel había duplicado el radio del sistema solar conocido. La fama que el descubrimiento dio a Herschel hizo que se le eligiese miembro de la Royal Society, se le otorgase una pensión y fuese nombrado astrónomo del rey Jorge III, a quien se había acusado de la derrota ante la revolución norteamericana y sufría a la sazón una depresión nerviosa; debe de haberse sentido agradecido de recibir alguna buena noticia.
ros que pesaba una tonelada, alojado en un tubo de 12 metros de largo. Para llegar al ocular, Herschel tenía que trepar a un andamio que se elevaba a 15 metros. Oliver Wendell Holmes describió el instrumento como "una imponente mezcla de postes inclinados, travesaños, escalas y cuerdas, del medio de la cual un gran tubo... elevaba su poderoso morro desafiante hacia el cielo". En la inauguración, el rey cogió al arzobispo de Canterbury del brazo diciéndole: "Venid, mi lord obispo, os mostraré el camino del cielo".martes, 18 de diciembre de 2007
William Herschel II
colores. Este defecto sería superado con el tiempo con la creación de lentes apocromáticas compuestas, pero en la época en que Herschel decidió dedicarse a la astronomía el único modo de evitarlo en los telescopios refractores era construirlos con longitudes focales muy largas. Esta situación había conducido a los observadores a adoptar actitudes extremas. John Flamsteed montó un refractor de 2,74 metros en el Real Observatorio de Greenwich, y Cassini, en París, estudio Saturno con una serie de telescopios de construcción cada vez más ambiciosa, con longitudes focales de 5,18, 10,36, 30,48 y 41,45 metros. Puesto que era muy difícil construir un tubo rígido de tal longitud, y más difícil aún montarlo con éxito, a menudo se prescindía del tubo, y el objetivo se montaba en el lugar más elevado posible, como el techo de un alto edificio público o, en el caso de James Pound de Inglaterra, sobre un mayo, en Wanstead Park. El observador estaba a varios bloques de distancia, con el ocular en la mano, y observaba la lente distante, esperando los escasos y preciosos momentos en que el planeta Júpiter o la estrella binaria Épsilón de Lira atravesaba su campo visual. Un astrónomo dotado de una gran paciencia podía ocasionalmente hacer observaciones útiles con tal artilugio -en 1722, Bradley logró medir el diámetro angular de Venus usando un refractor sin tubo de 64 metros-, pero para la mayoría tales catalejos alargados eran tan difíciles de manejar que era peor el remedio que la enfermedad. Herschel construyó refractores con longitudes focales de 1,20, 3,65, 4,60 y 9,15 metros, luego los dejó de lado. "Los grandes problemas que ocasionan tubos tan largos, que para mí eran casi imposibles de manejar, me indujeron a dirigir mis pensamientos a los reflectores", escribió. Alquiló un pequeño telescopio reflector del tipo inventado por Newton, y lo halló "tanto más conveniente que mis largos catalejos que pronto resolví intentar yo mismo la construcción de otro".William Herschel I
Huyó a Inglaterra, donde el rey era Jorge II, sin intereses políticos pero indiscutiblemente hannoveriano, y allí prosperó. El inglés de Herschel era excelente, y su talante franco y afable. "Tengo la suerte de hacerme de amigos en todas partes", escribió a su familia. Prosiguió su educación leyendo intensamente; muchos años más tarde le contaría a su hijo John que una vez, mientras iba leyendo a caballo, de pronto se encontró de pie en el camino, con el libro firmemente en la mano: el cabo le había tirado en un perfecto salto mortal en el aire. Su mente era suficientemente vigorosa como para impresionar a personas como Hume, pero utilizaba su saber de modo bastante entretenido para prosperar en la sociedad londinense. Su éxito en el campo musical se benefició del precedente de su distinguido compatriota Georg Frederick Händel, y a los treinta años Herschel fue nombrado organista de la capilla de Bath, un distinguido puesto en el que podía esperar permanecer cómodamente por el resto de su vida.
Pero él se sintió insatisfecho. La música no era suficiente; sabía que no era ningún Händel, y no se contentaba con la mera facilidad para ella. "Es una lástima que la música no sea cien veces más difícil como ciencia -escribió- ... Mi amor a la actividad hace absolutamente necesario que esté ocupado, pues el ocio me enferma; me mata no hacer nada."
Halló su plenitud siguiendo el camino de Kepler y Galileo a través del puente que lleva de la música a la astronomía. Como muchos astrónomos aficionados antes y después, empezó leyendo libros de divulgación científica. Le impresionaron particularmente Astronomy Explained Upon Sir Isaac Newton's Principles, de James Ferguson, y A Compleat System os Opticks, de Robert Smith.
lunes, 17 de diciembre de 2007
Johann Heinrich Lambert
Pero el rey Federico dio con la idea de un universo de galaxias por otra vía aún menos verosímil. Su conocimiento de ella empezó una tarde de marzo de 1764, cuando entró en una habitación a oscuras, con casi todas las velas apagadas, para ofrecer una entrevista a un aspirante a la Academia de Ciencias de Berlín, un candidato cuya apariencia y maneras eran tan desconcertantes que los amigos de él que había preparado la reunión temían que Federico nunca le admitiese si podía verle claramente.Immanuel Kant II
meda, podía verse a simple vista; otras sólo eran visibles a través del telescopio. Kant comprendió que si el universo estaba compuesto por muchos agregados con forma de discos de estrellas -galaxias, como diríamos hoy-, entonces las nebulosas elípticas podían ser otras galaxias de estrellas como la Vía Láctea. "Llego ahora a esa parte de mi teoría que le da su mayor encanto, por la sublime idea que ofrece del plan de la creación", escribió.domingo, 16 de diciembre de 2007
Immanuel Kant I
Cuando Kant escribió por primera vez sobre cosmología aún no era Kant, el titán intelectual cuya unificación del empirismo y el racionalismo iba a iluminar y animar la filosofía en todo el mundo. El año fue 1750
y sólo tenía veintiséis años. La muerte de su padre, cuatro años antes, le había obligado a interrumpir sus estudios y trabajaba como profesor privado en Prusia oriental. Había obtenido un título de licenciado (pagándose su educación con las ganancias adquiridas en el billar y las cartas), pero pasaron cinco años más antes de que pudiese recibir su doctorado. Aún no había arruinado su estilo de redacción tratando de satisfacer los requisitos formales establecidos por la facultad de filosofía en la Universidad de Königsberg, donde, a la edad de cuarenta y seis años, finalmente fue nombrado profesor de lógica y metafísica. Era un hombre ingenioso, sociable y atractivo para las mujeres, aunque nunca se decidió a casarse. Persona de hábitos arraigados, hacía una comida al día, siempre con amigos, consultaba cada mañana un barómetro y un termómetro que estaban junto a su cama para saber cómo vestirse y daba su paseo vespertino tan puntualmente que los vecinos ponían literalmente sus relojes en hora cuando aparecía en la calle. Enseñaba matemáticas y física, reverenciaba a Lucrecio y Newton, y leía de todo, desde historia de la teología hasta las tablas actuariales.Un día Kant leyó en un periódico de Hamburgo una reseña de un libro titulado Una teoría original o nueva hipótesis sobre el universo, de un topógrafo y filósofo de la naturaleza inglés llamado Tomas Wright. Hombre de gran piedad, Wright había aprendido astronomía para apreciar mejor la grandeza de la creación de Dios, y sus libros y conferencias, llenos de lecciones morales y teológicas, eran populares en los círculos de sociedad. En el curso de una variopinta carrera, Wright propuso una serie de modelos del universo, muchos de ellos contradictorios y todos con preocupaciones como la situación del trono de Dios, que él ponía en el centro del cosmos, y del infierno, que él relegaba a las oscuridades exteriores.
Las especulaciones cosmológicas de semejante pensador normalmente no habrían atraído la atención de un Kant, pero el resumen del libro de Wright que Kant leyó deformaba las teorías de Wright y, en el proceso, las mejoraba. El resultado fue una notable contribución del periodismo a la cosmología, la involuntaria promoción de una hipótesis inexistente que Kant convirtió en el primer atisbo que hubo en nuestro mundo del universo de las galaxias.
Wright, siguiendo el mismo camino erróneo que engañó a Platón, Aristóteles, Tolomeo y Copérnico, supuso que el universo es esférico. Pero mientras que sus predecesores copernicanos habían puesto el Sol en el centro del universo, Wright sostuvo que el Sol pertenece a la esfera celeste. Lo que hizo, en verdad, fue revivir la esfera estelar de Aristóteles y Tolomeo, pero con el Sol como una de sus estrellas. El cosmos de Wright estaba vacío, como una naranja sin la pulpa y con el Sol y las otras estrellas en la cáscara. Wright señalaba que la apariencia de la Vía Láctea como una banda de estrellas en el cielo podía explicarse como nuestra visión de este caparazón estrellado dentro de ella. Cuando miramos a lo largo de una línea tangencial a la esfera, vemos muchas estrellas -la Vía Láctea-, y cuando miramos a lo largo del radio de la esfera, vemos relativamente pocas estrellas.
Las nebulosas
Las nebulosas (de la voz latina que significa "borroso") brillantes son manchas difuas de material incandescente que se encuentra disperso entre las estrellas. La mayoría sólo pueden verse con un telescopio. Aunque se asemejan unas a otras superficialmente, las nebulosas brillantes en realidad pueden ser tres clases muy diferentes de objetos. Algunas, mal llamadas "planetarias" porque son de forma esférica y tienen un cierto parecido con los planetas, son masas gaseosas arrojadas por viejas estrellas inestables; una típica nebulosa planetaria tiene alrededor de un año-luz de diámetro de diámetro y un quinto de la masa del Sol. Otras, las nebulosas de emisión y reflexión, son nubes de gas y polvo iluminadas por estrellas cercanas; en muchos casos, estas estrellas se han formado recientemente a partir de la nube circundante. Estas nebulosas miden centenares de años-luz de diámetro y pueden contener una masa de un millón de soles o más. Representan las partes brillantes y condensadas de las nebulosas oscuras aún más grandes que circulan a través de gran parte del disco de la Vía Láctea, aunque esto no se sabía al principio, pues las nebulosas oscuras son poco visibles para llamar la atención por sí mismas. Finalmente están las nebulosas elípticas y espirales. Éstas son galaxias situadas a millones de años-luz de distancia. Una gran galaxia puede medir 100.000 años-luz de diámetro y contener cientos de miles de millones de estrellas.
sábado, 15 de diciembre de 2007
El tránsito de Venus IV
Pero pese a estas dificultades, los datos reunidos por Cook y las otras expediciones científicas dieron evaluaciones de la distancia de la Tierra al Sol que sólo diferían en un 10 por 100 del valor correcto. Posteriormente, la unidad astronómica fue medida aún más exactamente por científicos que trazaron triángulos imaginarios todavía más refinados a Venus durante sus tránsitos del siglo XIX, a Marte cuando estuvo en oposición en 1877 y a docenas de asteroides cuando estos trozos de rocas antes inútiles pasaban a la deriva cerca de la Tierra.
Se reveló entonces la inmensidad del sistema solar, casi cien veces mayor que el cálculo tolemaico del tamaño de todo el universo, y los científicos pudieron dirigir con seguridad su atención a la profundidad del espacio interestelar y abordar la tarea aún más ambiciosa de medir las distancias de las estrellas.
viernes, 14 de diciembre de 2007
El tránsito de Venus III y Le Gentil
Y, en cierta medida, los observadores de tránsitos tuvieron éxito, aunque no sin sufrir bastantes tribulaciones como para recordarles que si bien el movimiento de los planetas puede ser sublime, los asuntos de este mundo están sumergidos en el caos. El astrónomo Charles Mason y el topógrafo Jeremiah Dixon, más tarde de la Línea Mason-Dixon, fueron atacados por una fragata francesa cuando se dirigían a África (esto fue durante la guerra de los Siete Años), con el resultado de 11 muertos y 37 heridos; llegaron a Ciudad del Cabo con escolta militar y observaron el tránsito de 1761, para descubrir que había una diferencia de muchos segundos en su estimación del tiempo en el que Venus entró y abandonó el disco del Sol. William Wales calculó el tiempo del tránsito desde la bahía de Hudson, Canadá, después de soportar mosquitos, tábanos y un invierno suficientemente duro para que, como observó con exactitud científica, un cuarto de litro de brandy se convirtiese en hielo en sólo cinco minutos. Jean-Baptiste Chappe d'Auteroche, enviado por la Academia Francesa a las profundidades de Rusia, atravesó el Volga congelado y los bosques siberianos en trineos tirados por caballos, llegó a Tobolsk seis días antes del tránsito, apostó guardias para repeler a muchedumbres coléricas que lo acusaban de causar inundaciones de primavera al obstaculizar el Sol y logró observar el tránsito. Murió ocho años más tarde en la Baja California después de calcular el tiempo del tránsito de 1769, de una epidemia que sólo perdonó a un miembro de su grupo, quien remitió debidamente los datos a París. Alexandre-Gui Pingré fue obstaculizado por la lluvia durante la mayor parte del tránsito en Madagascar, los británicos capturaron su barco y volvió a Lisboa bajo los cañones británicos; humanista tanto como científico, halló consuelo en la reserva de bebidas alcohólicas del barco: "La bebida -escribió- nos da la fuerza necesaria para determinar la distancia... del Sol".
El menos afortunado de todos fue Guillaume le Gentil, quien zarpó de Francia el 26 de marzo de 1760, con el propósito de observar el tránsito, al año siguiente, desde la costa este de la India. Los monzones apartaron el barco de su rumbo, y el día del tránsito se hallaba detenido en medio del océano Índico, incapaz de hacer ninguna observación útil. Decidido a compensar el fracaso de esta expedición observando el segundo tránsito, Le Gentil reservó un pasaje a la India, construyó un observatorio sobre un antiguo polvorín en Pondicherry y esperó. El cielo estuvo maravillosamente despejado durante todo mayo, pero la mañana del tránsito, el 4 de junio, el cielo estuvo nublado, para despejarse luego, cuando el tránsito terminó. Le Gentil escribió:
Estuve más de dos semanas presa del abatimiento y casi no tenía ánimo para coger mi pluma y continuar mi diario; y varias veces cayó de mis manos cuando llegaba el momento de informar a Francia sobre el destino de mis operaciones... Este es el destino que a menudo espera a los astrónomos. Había atravesado más de diez mil leguas; parecía que había cruzado tales grandes extensiones marinas, exiliándome de mi tierra natal, sólo para ser el espectador de una nube fatal que se situaba delante del Sol en el preciso momento de mi observación para quitarme los frutos de mis esfuerzos y mis fatigas.
Le esperaban cosas aún peores. Enfermo de disentería, Le Gentil permaneció en la India otros nueve meses, postrado en cama. Luego reservó un pasaje a su país a bordo de un buque de guerra español que fue desarbolado por un huracán frente al cabo de Buena Esperanza y apartado de su curso al norte de las Azores antes de poder llegar con dificultades al puerto de Cádiz. Le Gentil cruzó los Pirineos y finalmente puso pie en Francia, después de once años, seis meses y trece días de ausencia. A su retorno a París se enteró de que había sido declarado muerto, su patrimonio saqueado y sus restos divididos entre sus herederos y sus acreedores. Renunció a la astronomía, se casó y se retiró para escribir sus memorias. Cassini, encomiando a Le Gentil, elogió su carácter pero admitió que "en sus viajes por mar había adquirido actitudes poco sociables y cierta brusquedad".
El tránsito de Venus II
El tránsito de Venus I
Equipados con mejores mapas y relojes, los astrónomos trataron de triangular los planetas vecinos Marte y Venus. En 1672, una expedición internacional dirigida por el joven astrónomo francés Jean Richer navegó a Cayena, sobre la costa sudamericana, a 480 kilómetros al norte del Ecuador. Allí observó Marte durante su mayor acercamiento a la Tierra y al mismo tiempo que sus colegas, cuyos relojes estaban sincronizados con el de Richer, observaban el planeta desde su situación en la Academia Francesa. Cassini ordenó los datos y obtuvo para la unidad astronómica un valor de 139 millones de kilómetros, pero considerando las numerosas inexactitudes residuales de los instrumentos, la evaluación de Cassini, como antes la de Huygens, fue considerada solamente como una buena aproximación.
Halley sabía que él no viviría para observar un tránsito de Venus. Había habido un par de tránsitos en 1631 y 1639, una generación antes de que él naciera; el par siguiente se produciría en 1761 y 1769, tiempo para el cual habría tenido más de cien años de edad. Por eso, con la insistencia de quien trata de proyectar sus palabras más allá de la tumba, Halley, en un artículo publicado en 1716 ("que, profetizo, será inmortal", escribió) esbozó el procedimiento en beneficio de astrónomos aún no nacidos:jueves, 13 de diciembre de 2007
El astrolabio y el problema de la longitud II
Pero el problema de la longitud era obviamente urgente, y no pocos inventores lo abordaron, estimulados por los grandes premios en dinero que ofrecían los gobiernos de los estados marítimos, como España, Portugal, Venecia, Holanda e Inglaterra. El más suculento de esos premios era uno de 20.000 libras que ofrecía la Junta Británica de la Longitud a quien idease un método práctico para determinar la longitud con un margen de medio grado, que es igual a 63 millas náuticas a la latitud de Londres. John Harrison, un carpintero inculto convertido en fabricante de relojes, trató de obtener el premio durante gran parte de su vida laboral. Construyó una serie de relojes de diseño cada vez más sutil y sólido, y sometía a prueba su exactitud observando cada noche la desaparición de determinadas estrellas detrás de la chimenea de un vecino. Su obra maestra, un cronómetro náutico que tardó diecinueve años en construir, fue transportado a Port Royal, Jamaica, a bordo del barco de Su Majestad Deptford en 1761 - 1762; allí fue puesto a prueba mediante observaciones al Sol, y se halló que sólo atrasaba 5,1 segundos en ochenta días, logro que muchos relojes de hoy no podrían igualar. Sin embargo, Harrison necesitó años de presiones para reunir una parte del premio, y nunca consiguió cobrarlo todo. Veinte mil libras era mucho dinero.
miércoles, 12 de diciembre de 2007
El astrolabio y el problema de la longitud I
desde hacía tiempo que un navegante conociese su latitud -su situación en una dirección norte-sur- midiendo la altura por encima del horizonte de la estrella Polar o del sol de mediodía. El instrumento empleado para este fin era el astrolabio (del griego, "tomar una estrella"), un disco de cobre o estaño, de 12,7 a 17,3 centímetros, provisto de un brazo de observación móvil. A mediodía de cualquier día despejado, a bordo de cualquier barco de línea podía verse a tres oficiales colaborando para enfocar el Sol -uno sostenía el astrolabio, otro lo apuntaba y el tercero leía la elevación-, mientras marineros de cubierta estaban preparados para prestar ayuda al navegante cuando se caía o recuperar el astrolabio si se iba al suelo por la cubierta que se balanceaba. Se había mejorado la eficiencia del astrolabio, gracias a los esfuerzos de Newton, Halley, John Hadley, Thomas Godfrey y otros que hicieron el instrumento menos pesado, reduciéndolo primero a un cuarto de círculo (el "cuadrante") y luego a un sexto (el "sextante"), empleando espejos para plegar su óptica de modo que el obsercador pudiese ver el Sol y el horizonte superpuestos, y agregando filtros y un telescopio para mayor exactitud. Pero aunque estas mejoras ayudaron a los navegantes a refinar sus cálculos de la latitud, no les ayudaron a determinar su longitud, su posición en la dirección este-oeste. En esto la cuestión era tanto de tiempo como de espacio.Adaptar la vista a la oscuridad
Para preservar la visión nocturna conviene usar luces débiles de color rojo para leer las cartas estelares o hacer anotaciones. Las mejores linternas comerciales para uso astronómico emplean luces de diodos (LED), pero cualquier linterna de bolsillo puede servir si se cubre la bombilla con celofán rojo.
Conjunciones y eclipses

Los planetas son las "estrellas"errantes del firmamento. Sus movimientos suelen llevar a dos o más de ellos a posiciones aparentes cercanas, o conjunciones, cada pocos meses. A veces también la Luna brilla en las cercanías. El reluciente Venus centelleando junto a la Luna creciente ofrece uno de los mejores panoramas del cielo a simple vista.
El movimiento de la Luna la lleva a pasar en ocasiones delante del disco del Sol y entonces se produce un eclipse solar. A veces se sumerge en la sombra terrestre y da como resultado un eclipse de Luna. Ambos sucesos son los puntos culminantes de la observación astronómica a simple vista.
En la foto vemos tres planetas reunidos juntos a la Luna. El brillante Venus en el centro a la derecha, con Marte en la esquina superior derecha y Júpiter a su izquierda.
Astronomía a simple vista
lunes, 10 de diciembre de 2007
El tamaño del sistema solar III
a la fecha se han registrado 28 apariciones de este cometa, datando la primera de 240 a. C.El tamaño del sistema solar II
n quedó superada con el paso del tiempo. En 1781, el diámetro de las órbitas planetarias sufrió de golpe un aumento del doble, cuando el astrónomo germano-inglés William Herschel (1738 - 1822) descubrió el planeta Urano. Dicho diámetro volvió a doblarse luego en dos etapas: en 1846, el astrónomo francés Urbain Jean Joseph Leverrier (1811 - 1877) descubría Neptuno, y en 1930 el astrónomo americano Clyde William Tombaugh (1906 - 1997) descubría Plutón.El tamaño del sistema solar I
En 1961 se recibieron microondas reflejadas por Venus. Utilizando los datos recogidos se calculó que la distancia media entre la Tierra y el Sol es de 149.570.000 kilómetros.
Haciendo uso del modelo kepleriano es posible calcular la distancia entre
cualquier planeta y el Sol, o bien entre aquellos y la Tierra en un momento determinado. Sin embargo, resulta más convincente especificar la distancia al Sol, pues ésta no varía tanto ni de una forma tan compleja como la distancia a la Tierra.Existen cuatro maneras de expresar las distancias, todas ellas de interés.
En primer lugar se pueden expresar en millones de millas. Esta unidad es muy corriente en Estados Unidos y en Gran Bretaña para medir grandes distancias.
En segundo lugar, se pueden dar en millones de kilómetros. El kilómetro es la unidad que se emplea corrientemente en los países civilizados (exceptuados los anglosajones) para medir grandes distancias y es utilizada también por los científicos de todo el mundo, incluidos los Estados Unidos y Gran Bretaña. Un kilómetro equivale a 1.093,6 yardas o 0.62137 millas. Equivale por tanto, con una precisión razonable a 5/8 de milla.
En tercer lugar, y con el fin de evitar los millones de millas o de kilómetros, se puede establecer que la distancia media de la Tierra al Sol valga una "unidad astronómica" (U. A. en abreviatura). De este modo, las distancias podrán expresarse en U. A., donde 1 U. A. es igual a 92.950.000 millas o 149.588.000 kilómetros. Para todos los efectos es suficientemente preciso decir 1 U. A. = 150.000.000 de kilómetros.
En cuarto lugar, la distancia se puede expresar en función del tiempo que tarda la luz (o una radiación similar, como las microondas) en recorrerla. La luz se mueve, en el vacío, a una velocidad de 299.792,5 kilómetros por segundo, valor que se puede redonder hasta 300.000 kilómetros por segundo sin que se cometa un error excesivo. Esta velocidad equivale a 186.282 millas por segundo.
Por consiguiente, podemos definir una distancia de aproximadamente 300.000 kilómetros como "1 segundo-luz" (la distancia recorrida por la luz en un segundo). Sesenta veces esa cantidad, o bien 18.000.000 de kilómetros es "1 minuto-luz" y sesenta veces ésta, o sea 1.080.000.000 kilómetros, es "1 hora-luz". El error que se comete tomando una hora-luz igual a mil millones de kilómetros no es demasiado grande.