sábado, 26 de enero de 2008

La vida de Charles Messier II

Messier comenzó a realizar sus dibujos en el Colegio de Francia, donde Delisle tenía su despacho y sus instrumentos. Como el jefe era ya un viejo un tanto excéntrico y poco trabajador, fue confiando poco a poco a su ayudante tareas de observación. Y fue entonces cuando Messier, hombre de excelente vista e ingenio despejado, su convirtió en un observador de primera. En 1755 fue empleado como ayudante de observación en el centro del Hotel de Cluny donde funcionaba entonces el Observatorio de Marina. Era la época en que los astrónomos esperaban ansiosamente el regreso del cometa de 1682, que Edmund Halley había previsto para 1758. Si las predicciones se cumplían, quedaría demostrado que los temidos cometas eran cuerpos celestes como otros cualesquiera, y se confirmaría de paso, definitivamente, la ley de Gravitación Universal de Newton. Se comprende que la principal actividad de entonces entre los astrónomos fuese buscar y descubrir cometas, para medir sus posiciones y calcular su órbita.

Messier observaba el cielo con más asiduidad que su maestro Delisle, y en agosto de 1758 descubrió un cometa, que muy pronto, por su trayectoria, demostró que nada tenía que ver con el Halley. Pero en la madrugada del 28 de agosto ocurrió algo inesperado: buscando "su" cometa, Messier descubrió otro, de bien desarrollada cabellera, entre Tauro y Gemini. Cuando en noches sucesivas tomó la posición del nuevo cometa, observó con asombro que no se movía. Al cabo de una semana concluyó que se trataba de una nebulosa, y se concentró exclusivamente en la observación del verdadero cometa, que se aproximaba al perihelio. El chasco quedó por entonces medio olvidado. Sin embargo, resultaría decisivo en la vida de Messier y en la historia de la Astronomía.

En cambio, el cometa más buscado, el Halley, no acudía a la cita. ¿Es que los cometas son simples apariciones arbitrarias, o los cálculos de Delisle, con los que necesarimente había de trabajar, estaban equivocados? Messier empezaba a sospechar más bien que lo segundo. Al fin, el cometa fue redescubierto, un poco inesperadamente por un granjero de Sajonia aficionado a la astronomía, de nombre Palizsch, por las navidades de 1758; pero la noticia, a causa de la guerra de los siete años, no fue conocida en Francia hasta dos meses después.
Sin embargo, en enero de 1759, Messier, que ya había decidido prescindir de la órbita deducida por Delisle y barría sistemáticamente zonas contiguas del cielo, encontró por fin el cometa: fue por tanto su codescubridor independiente. Pero Delisle, gotoso y atrabilario, molesto quizá por su humillación, le prohibió terminantemente que diera a conocer la noticia, para poder determinar cuanto antes su trayectoria y dar a conocer sus efemérides; pero no pudo lograr su propósito, porque el cometa se acercaba rápidamente al perihelio, y dejó pronto de ser observable. Entretanto, llegó la noticia del hallazgo de Palizsch, y tanto Delisle como Messier -por culpa del primero- perdieron su gloria. Incluso muchos no dieron fe al codescubrimiento de Messier. La manía de su viejo maestro llegó al punto de obligarle a guardar secreto sobre el hallazgo de dos cometas más, que Messier realizó en meses sucesivos.

En efecto, la noticia del Halley, que venía a confirmar espectacularmente una nueva y más científica visión de la Astronomía, levantó la veda, y se inició por todas partes una furiosa caza de cometas. Tras el retiro de Delisle, Messier quedó como astrónomo principal de la torre del Hotel de Cluny, y comenzó la asombrosa serie de sus descubrimientos.

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