Todas las noches las estrellas y los planetas pasan sobre nuestras cabezas, pero cada uno les atribuye distinta importancia. Este blog está dirigido a aquellos que se interesan por el universo, especialmente si son principantes. Con un lenguaje sencillo intentaré abarcar todos los temas, destacar objetos interesantes, dónde encontrarlos, cómo observarlos... Cada noche despejada pone un universo infinito a nuestro alcance. La aventura de conocerlo mejor puede comenzar hoy mismo.
domingo, 25 de noviembre de 2007
Brillo absoluto
Medir el brillo de las estrellas
El sistema de magnitudes actual se ha ampliado a objetos más débiles y más brillantes, pero la regla sigue siendo la misma: cuanto más débil sea un objeto, mayor es su magnitud. Los astros muy brillantes tienen magnitudes negativas. El Sol refulge con magnitud -26.8. La estrella más brillante del cielo nocturno, Sirio (Sirius), luce con magnitud -1.4. Vega tiene magnitud 0. Las estrellas del Carro tienen magnitud en torno a 2, mientras que los objetos más débiles que pueden detectarse con los grandes telescopios poseen magnitudes en torno a +30. Una diferencia de 5 magnitudes implica una diferencia de 100 veces en brillo.
sábado, 24 de noviembre de 2007
Paralaje III
viernes, 23 de noviembre de 2007
Paralaje II
jueves, 22 de noviembre de 2007
Paralaje I
Este efecto se debe a que entre los dos ojos existe una separación de varios centímetros, de modo que la línea imaginaria que une el dedo con uno de los ojos forma un ángulo apreciable con la que une el dedo con el otro. Si prolongamos ambas líneas hasta el fondo, resultarán sendos puntos que corresponden a las dos posiciones aparentes del dedo. Cuanto más próximo a los ojos coloquemos el dedo, mayor será el ángulo y mayor, por tanto, el desplazamiento aparente. Si los ojos estuvieran separados por una distancia mayor, aumentaría también el ángulo formado por las dos líneas, creando así un mayor desplazamiento aparente del dedo contra el fondo. (Por lo general, el fondo se encuentra tan alejado que un punto cualquiera sobre él forma con los dos ojos del observador un ángulo demasiado pequeño para poder medirlo. De ahí que el fondo pueda considerarse fijo.)
Este mismo principio cabe aplicarlo a un cuerpo celeste. Es cierto que la Luna se encuentra demasiado lejos para poder percibir alguna diferencia al mirar alternativamente con ambos ojos. Pero supongamos que observamos la Luna, contra el fondo estrellado del cielo, desde dos observatorios separados entre sí varios centenares de kilómetros. El primer observatorio verá que uno de los bordes de la Luna se halla a cierta distancia angular de una estrella concreta mientras que en ese mismo instante el segundo observatorio medirá entre el mismo borde y la misma estrella una distancia angular distinta.
Conocido el desplazamiento aparente de la Luna contra el fonde estrellado (suponiendo que las estrellas se hallan tan lejos que su posición permanece fija aunque varíe la situación del observatorio) y la distancia que media entre ambos observatorios, puede calcularse la distancia de la Luna con ayuda de la trigonometría.
Este experimento era perfectamente factible, pues el desplazamiento aparente de la Luna respecto a las estrellas al variar la posición del observador es bastante grande. Los astrónomos han normalizado dicho desplazamiento para el caso en que uno de los observadores vea la Luna en el horizonte y el otro justo encima de su cabeza. La base del triángulo es entonces igual al radio de la Tierra y el ángulo con vértice en la Luna es el "paralaje horizontal ecuatorial". Su valor observado es de 57,04 minutos de arco, o bien 0,95 grados de arco. Desplazamiento realmente apreciable, pues equivale a dos veces el diámetro aparente de la Luna llena. Se trata, por tanto, de una magnitud que se puede medir con suficiente precisión, permitiendo así obtener un buen valor para la distancia de la Luna. Esta distancia, calculada por la técnica del paralaje, concordaba bien con la cifra obtenida por ese antiguo método basado en la sombra proyectada por la Tierra durante un eclipse lunar.
miércoles, 21 de noviembre de 2007
Cómo medir el cielo
Muchos se preguntarán cómo describir el tamaño del Carro o su situación. En astronomía se utilizan grados angulares. Un ángulo de 90 grados (90º) cubre la distancia entre el horizonte y el cenit, que es el punto situado arriba en la vertical. Un ángulo de 45º nos lleva a media altura en el cielo. Si se abre la mano del todo con el brazo extendido, la distancia entre las puntas de los dedos meñique y pulgar cubre unos 25º. Este es también el tamaño del Carro, y sólo un poco menos de la distancia que media entre la estrella Polar y las dos estrellas del Carro que apuntan hacia ella.
El puño, con el brazo extendido, tiene 10 grados de anchura, mientras que el grosor del dedo pulgarcorresponde a unos 2 grados. Mucha gente piensa que la Luna tiene más o menos la anchura del pulgar, pero si se hace la prueba se constata que la Luna mide sólo medio grado, o 30 minutos de arco (30'). El ángulo más pequeño que se puede llegar a discernir (o resolver, en la terminología astronómica) a simple vista mide alrededor de un minuto de arco, o 60 segundos de arco (60''). El objeto más pequeño que puede resolverse con telescopios portátiles mide aproximadamente 1 segundo de arco (1'').
Nuestra costumbre de dividir la circunferencia en 360 grados la instauraron los babilonios en el tercer milenio a.C. Aquel pueblo usaba un sistema de numeración basado en el número 60, no en el 10, y veían en la circunferencia el símbolo del movimiento anual del Sol, que dura unos 360 días. Para ello era natural dividir el círculo en 360 grados, con cada grado dividido a su vez en 60 minutos. Seguimos usando el símbolo babilonio para el Sol (un pequeño círculo) como abreviatura de grado. El mismo principio se aplicó al concepto de día. Los babilonios lo dividían en 12 intervalos de una hora, cada uno de los cuales constaba de 60 minutos.
martes, 20 de noviembre de 2007
Cómo orientarse: el norte y el sur
En el hemisferio boreal hay que localizar el Carro de la Osa Mayor (Ursa Major). Después se traza la línea que une las dos estrellas del Carro más alejadas de la "lanza" (o "cola" de la osa). Al prolongar esa línea se llega a la estrella Polar (Polaris), junto al polo norte celeste.
En el hemisferio austral hay que localizar la Cruz del Sur (Crux), cuyo travesaño mayor apunta hacia el polo sur celeste, en una región vacía cercana a la estrella débil sigma Octantis. El polo cae a medio camino entre la Cruz del Sur y la brillante estrella Achernar, y forma un triángulo rectángulo con un astro aún más brillante, Canopo (Canopus). Una línea perpendicular a la que une alfa y beta Centauri también señalaría hacia el polo.
lunes, 19 de noviembre de 2007
Los movimientos de las estrellas
jueves, 8 de noviembre de 2007
Unir los puntos
Si pudiéramos viajar hasta alejarnos cientos de años luz de la Tierra y contemplar las estrellas de Orión desde otro lugar de la Galaxia, no veríamos nada parecido a la figura humana que distinguimos desde la Tierra. Los extraterrestres de otros planetas verían figuras estelares muy distintas, aunque sus constelaciones incluyeran muchas de las estrellas que vemos desde aquí.
Constelaciones viejas y nuevas
Otras constelaciones datan de los siglos XVII y XVIII. Algunas se introdujeron para cartografiar el cielo austral, desconocido para la astronomía europea antes de la era exploradora que se inició en el siglo XVI. Por ejemplo, la Cruz del Sur (Crux) la definió como constelación por primera vez Andrea Corsali, quien navegó a los trópicos con una expedición portuguesa en 1515.
Las constelaciones, países celestes
Aprender a localizar alrededor de una docena de las constelaciones más brillantes supone una gran ayuda a la hora de orientarse en el cielo nocturno. De este modo, las estrellas dejan de parecer un caos de puntos inconexos y empiezan a organizarse en figuras conocidas.
Declinación y ascensión recta
Tracemos ahora líneas en dirección norte-sur, de polo a polo. Igual que la longitud de la Tierra, estas líneas de ascensión recta miden la posición de las estrellas hacia el este o el oeste. El equivalente astronómico del meridiano terrestre de Greenwich, de longitud 0 grados, es el punto del ecuador celeste donde se halla el Sol cada año en el instante del equinoccio de marzo. La línea de ascensión recta que corta el ecuador celeste en ese punto tiene, por definición, 0 horas de ascensión recta.
martes, 6 de noviembre de 2007
La esfera celeste
Aunque sabemos que la Tierra se mueve, en ocasiones resulta conveniente representar los cielos al modo de los antiguos, como si consistieran en una esfera cristalina que gira sobre nuestras cabezas, con los objetos astronómicos "pegados" en su superficie interna. La astronomía organiza esta esfera mediante una rejilla de coordenadas.
Imaginemos que atravesamos la Tierra, como si se tratara de un pollo asado, con un asta que entre por el polo sur del planeta, pase por el centro y surja por el polo norte. Prolonguemos mentalmente el asta en ambas direcciones de manera que se adentre en el espacio. En algún momento tocará nuestra esfera cristalina en dos puntos llamados polos celestes norte y sur. La esfera celeste entera parece girar alrededor de estos dos polos a medida que rota la Tierra.
Si expandimos ahora la línea del ecuador terrestre, como si fuera una cinta elástica gigante, acabará chocando con la esfera cristalina y trazando sobre ella el ecuador celeste, una línea imaginaria que secciona el cielo por la mitad en los hemisferios celestes boreal y austral, del mismo modo que el ecuador de la Tierra la divide a medio camino entre los polos.
La Luna en cuarto menguante
2 Alphonsus
3 Archimedes
4 Aristarchus
5 Clavius
6 Copernicus
7 Eratosthenes
8 Gassendi
9 Grimaldi
10 Hipparchus
11 Kepler
12 Mare Cognitum
13 Mare Frigoris
14 Mare Humorum
15 Mare Imbrium
16 Mare Nubium
17 Mare Vaporum
18 Montes Alpes
19 Montes Apenninus
20 Oceanus Procellarum
21 Plato
22 Ptolemaeus
23 Rupes Recta
24 Sinus Iridum
25 Tycho
26 Alunizaje de Apollo XII
27 Alunizaje de Apollo XIV
28 Alunizaje de Apollo XV
El hemisferio occidental de la Luna contiene Oceanus Procellarum, una gran extensión inundada de lava que conecta varios mares lunares. El cercano cráter de impacto Copernicus es el más destacado de toda la Luna. Tiene 93 kilómetros de diámetro y presenta barrancos en las murallas externas, terrazas hundidas en el interior y múltiples picos centrales formados por material procedente del subsuelo lunar. Copernicus está rodeado de un sistema de rayos formados por rocas esparcidas durante la formación del cráter hace unos 800 millones de años.
Al norte de Copernicus se encuentra Mare Imbrium, de 1160 km. El impacto que formó la cuenca Imbrium marcó gran parte del disco lunar, hace 3840 millones de caños. La lava que rellenó la cuencia es cientos de millones de años más reciente. La impresionante cordillera de los Apeninos lunares bordea parte de Mare Imbrium con montañas de más de 5000 m de altura. El Apollo XV aterrizó al pie de estas montañas en 1971.
Los Montes Alpes, cortados por el valle de los Alpes, contienen el cráter Plato, de 101 km, con el interior inundado de lava. Al oeste se divisa Sinus Iridum, un cráter de impacto de 260 km que perdió parte de sus murallas cuando las coladas de lava rellenaron la cuenca Imbrium.
Mare Humorum recuerda en parte a Mare Nectaris y posee cráteres parcialmente destruidos. El mejor rasgo que contiene en sus 425 km de diámetro es Gassendi, un cráter de 119 km inundado de lava y con el fondo surcado de fracturas. Las tierras altas del sur contienen Tycho, de 85 km, centro del mayor sistema de rayos de toda la Luna.
domingo, 4 de noviembre de 2007
La Luna en cuarto creciente
2 Aristóteles
3 Atlas
4 Endymion
5 Hércules
6 Hipparchus
7 Langrenus
8 Mare Crisium
9 Mare Fecunditatis
10 Mare Frigoris
11 Mare Nectaris
12 Mare Serenitatis
13 Mare Smythii
14 Mare Tranquilitatis
15 Mare Vaporum
16 Maurolycus
17 Montes Caucasus
18 Montes Taurus
19 Posidonius
20 Rupes Altai
21 Cresta Serpentina
22 Theophilus
23 Werner
24 Alunizaje de Apollo XI
25 Alunizaje de Apollo XVI
26 Alunizaje de Apollo XVII
El hemisferio oriental de la Luna contiene algunas cuencas de impacto rellenas de lava. Entre ellas se encuentra Mare Nectaris, una cuenca inundada sólo en parte y que aún muestra porciones de su borde elevado, la escarpadura Altai (Rupes Altai): los accidentes alcanzados por la lava muestran un aspecto suavizado y fundido. Mare Nectaris, de 860 km, yace al borde de las tierras altas, un tipo de terreno antiguo que cubre también la práctica totalidad de la cara oculta. Las tierras altas están tan craterizadas que cualquier impacto nuevo destruiría cráteres preexistentes.
Mare Serenitatis, de 920 km, es otra cuenca de impacto, pero en este caso se halla totalmente rellena de lava. La atraviesa la creata Serpentina, la mayor cresta arrugada de la Luna. Mide entre 100 y 200 m de latura y se formó cuando el peso de la lava deformó el fondo de la cuenca. La lava que inundó Serenitatis muestra colores diferentes, lo cual revela que surgió de varias erupciones distintas. El trazo claro que atraviesa el mar es un rayo procedente del cráter Tycho, situado cientos de kilómetros al suroeste.
Mare Crisium, de 740 km, parece alargado en sentido norte-sur debido a la perspectiva, pero en realidad está deformado de este a oeste. Esta cuenca de impacto aparece repleta de lava, si bien hay restos de una de sus murallas exteriores que demuestra que la cuenca Crisium tuvo el doble de tamaño recién formada.
El primer alunizaje (Apollo XI, 1969) se efectuó en Mare Tranqulitatis, mientras que el último (Apollo XVII, 1972) tuvo lugar en los Montes Taurus, en la costa sudeste de Serenitatis. Por desgracia, los módulos de alunizaje, banderas y huellas de las misiones Apollo son demasiado pequeños como para verlos desde la Tierra.